Necrológica D. Agustín Centeno Galván.

El pasado día 20 de Julio falleció en México D. F. Agustín Centeno Galván, cuando apenas le faltaba una semana para cumplir los 86 años de edad.

Mono azul
y voluntario
preso
desde el mes de abril
lo único
extraordinario de tu experiencia
el perfil
de serenidad cansada
sin
gloria, suerte secreta
vivir sin
conquistar nada
por no
conocer la meta.
José Hierro

Agustín Centeno pertenecía a ese amplio colectivo de cántabros que como consecuencia de la guerra civil se vieron obligados a forjar una nueva existencia, escribiéndola en las páginas del exilio mexicano .Perteneciente a una conocida familia de comerciantes santanderinos, la sublevación militar le cogió en su ciudad como militante de las juventudes libertarias, presentándose en el primer momento voluntario para enrolarse en el Ejército Popular de la República, donde alcanzó finalmente el grado de capitán con categoría de jefe del Estado Mayor en los últimos momentos en Alicante, siendo hecho prisionero y trasladado a Santander, donde después de sufrir un Consejo de Guerra acusado de «auxilio a la rebelión» le quedó impuesta una pena de veinte años y un día de reclusión mayor, inferior a la de treinta años a la que había sido inicialmente condenado.En la Prisión Provincial de Santander coincidió con el jovencísimo Pepe Hierro, quien le dedicó algunos versos que Agustín llevaba siempre grabados en su portentosa memoria, algunas de cuyas estrofas abren esta necrológica, y que le acompañaron durante el tiempo que permaneció en prisión, hasta que logró la libertad y se trasladó a México. Casado con Manolita hija de Bruno Alonso,

Agustín Centeno vivió plenamente integrado con la familia del político socialista durante toda su vida.
Dotado de un gran espíritu organizativo y de una intensa capacidad de trabajo, en México comenzó prestando sus servicios en la mayor empresa fabricante de envases de cristal (GRUPO DIFA), en la cual ha venido desempeñando el puesto de Presidente Corporativo hasta su jubilación efectiva, hace solamente unos meses, en el conjunto del grupo de empresas trabajan casi 50.000 personas.

Agustín Centeno pertenecía a esa clase de personas de gran bondad, afabilidad en el trato y extremada cortesía que les han convertido en auténticos embajadores oficiosos de su patria chica en el país donde viven. Cualquier cántabro que le tuviera como guía en México sabía que su solicitud y generosidad era la mejor compañía que podía disfrutar, y por ello el Ateneo de Santander le distinguió con el título de Montañés del Año, su delicado corazón no le permitió gozar de esta acogida porque le impidió viajar en lo sucesivo a España. Era, también, uno de los últimos representantes de la segunda generación en el exilio republicano en América, y con todos ellos ha sido componente del Centro Montañés y de otras organizaciones de carácter social y cultural.

Para sus compañeros fue un auténtico amigo y de ahí que se entiendan en todo su alcance las palabras de su entrañable amigo Eulalio Ferrer cuando recibió la inesperada noticia de su fallecimiento: «Se ha muerto una parte de mi vida», dijo. Y, en realidad, para todos los que le conocimos y con él convivimos en algún momento, una parte de nuestras existencias también se ha extinguido con su desaparición.

La Fundación Bruno Alonso, que siempre ha gozado del afecto y apoyo de Agustín Centeno veía en él, no sólo al yerno de Bruno Alonso, sino al hombre firme en sus valores, entusiasmado con los objetivos de la FBA, convencido de que la democracia y la libertad se conquistan cada día. Ha muerto uno de nuestro hombres buenos. ¡Larga vida a su recuerdo!

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